domingo, 19 de enero de 2020

TESTIMONIOS

Siempre digo que estas cosas no se pueden expresar con palabras, hay que vivirlas. Por eso la intencion de que mi pareja pudiera ir a El alto para vivir en persona donde yo había estado hace 15 años. Estaba muy emocionada por ir, por ver los proyectos cómo habían crecido pero sobre todo por reencontrarme a las personas. Ver a mi mami Maria cómo dirigia Yuriñani, los cambios que habia hecho para que pudiera certificarse fue lo que más me sorprendió y alegró. Aún estaban Betty y Jenny dándolo todo en la guarderia. Estaban a punto de inagurar el nuevo comedor, habia costado mucho ya que el anterior tuvo que servir para nuevos espacios para certificar. Era impresionante ver de donde habian podido sacar huecos para las nuevas aulas.
Otro momento que me hizo inmensamente feliz fue reencontrarme con la familia apadrinada 15 años despues, Doña Olga removió cielo y tierra para juntar a los tres hermanos y poderme reunir con ellos, Alison, Alizeth y Maicol, prometo que esos abrazos de más de un minuto te recomponen el alma y te recuerdan porque es tan necesario colaborar año a año con esta ONG que tan bien hace su trabajo.
Por ultimo y no menos importante de estos días reordar el tesito con el hermano Felix, con su gran memoria para todo lo que vivimos cuando estaba por aquellas tierras, fue muy bonito.
Y mención especial para mi familia, esa familia que está, que comparte, que ríe, pero sobre todo que te da tantísimo amor sin medida, ahí sí que se me acaban las palabras. Ni el frio ni el sorotze pudo impedir que vivieramos esos días que vivimos.
Muchas gracias a SAL y a los Hermanos por hacer que estas experiencias se hagan posible. Mi viaje a Bolivia de un año fue lo mejor que he vivido en mi vida y volver 15 años despues ha sido todo un placer.



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